Cobrar
y vivir o ser una ONG. La importancia de nuestro trabajo
El porque
de este blog asesor es claro, las
nuevas generaciones de arquitectos al iniciar su profesión, se quejaan de que no saben lo que supone trabajar en cuanto a
costos y gastos, pero además visto el estado de las cosas los arquitectos mayores
tampoco saben como replantearse las circunstancias económicas de nuestro
trabajo. Es basico conocer lo que nos cuesta trabajar para saber
que podemos cobrar.
Este documento no puede ser más que una
guía y una ayuda a una labor personal, con
circunstancias específicas y distintas en cada caso particular realizada
por compañeros arquitectos.
Nuestro trabajo es importante para
nosotros, lo vivimos, también sabemos que tenemos un compromiso con la sociedad
porque somos garantes en muchas temas: generamos la ciudad, somos también garantes de
la seguridad de las personas en muchos
aspectos, y somos parte de la Administración porque somos los primeros que
frenamos a los clientes frente a actuaciones contra norma.
Si
estuviésemos en el puro lado productivo, el interés sería el beneficio puro y
duro. No es así pero debemos ser
conscientes de porque y para que
trabajamos. Recordando que pagamos nuestros gastos de nuestros ingresos,
y estos deben equilibrarse en un sentido claro, el de buscar un beneficio.
Pero a veces somos demasiado generosos con
nuestro trabajo, no lo valoramos, empezamos a “fabricar” nuestro producto, sin siquiera tener el encargo asegurado,
contagiados de la ilusión del cliente y dándole alas. Ningún fabricante de
productos de la industria empezaría a
fabricar para alguien sin contrato o sin
adelanto económico, nosotros sí.
Una de las partes más importantes del
trabajo de arquitecto es el cobrar por nuestro servicio, y además poder vivir de ello. Para eso debemos saber
cuanto nos cuesta nuestro trabajo.
Trabajar sin cobrar es ilógico, salvo que en nuestra idea de
ser sacerdotes de la diosa arquitectura nos proclamamos ONG sin ingresos por
una causa superior. Ironizamos para llevarlo al absurdo, somos profesionales
formados y debemos recibir, o por lo menos aspirar, a una remuneración acorde
con nuestra responsabilidad pero, volvemos a recordar que debemos ser conscientes de ello.
Un tema colateral, pero no menos importante, en la valoración de
nuestro trabajo, es “lo que se regala”,
desde un croquis hasta ideas que suponen un ahorro importante para el
no-cliente que las toma como suyas, a veces parecemos papa Noel repartiendo alegrías.
Pasaremos por encima de nuestra actitud ante los abusos de la
Administración en concursos, juego al
que entramos a gusto y conseguimos aportar en solo un a4 un Proyecto básico con
perspectivas renderizadas de un
auditorio. El esfuerzo de formación que hemos tenido, la experiencia que hemos
podido llegar a tener lo desperdiciamos de una manera inconsciente.
Somos nosotros los primeros que debemos
valorar nuestro trabajo. Recordaremos la importancia de nuestro trabajo ayudándonos
de la Ley de Sitter: Las estadísticas europeas señalan (ver Calavera, 1995) que
el proyecto es el responsable del 35-45% de los problemas en construcción. A
este respecto Sitter (véase Rostman, 1992) ha introducido la llamada “Ley de los Cincos”,
postulando que un dólar
gastado en fase de diseño y construcción controlada por técnico elimina costes
de 5 dólares en mantenimiento preventivo, 25 dólares en labores de reparación y
125 en rehabilitación. Así las cosas pueden salir mal pero
somos importantes, y no hemos sido nunca caros.
FUENTE IMAGEN : REVISTA ECOHABITAT
Según un estudio realizado conjuntamente
por el BBVA y
Ricardo Vergés (arquitecto y Doctor en
ciencias económicas), la repercusión del coste
del Arquitecto en una operación de viviendas en 1996 era un 4,1% sobre el coste y un 3,7% sobre la venta; en 2004 habíamos pasado del ser un 2,9% sobre el coste y un 2,11% sobre la venta. Se observa la franca disminución
del peso del técnico (no así de los gastos derivados de la profesión como
veremos), no hay datos a día de hoy, pero seguro que nuestro peso ha ido decreciendo aún más. Señalaremos que en
el mismo periodo el beneficio del promotor pasó de un 7% a un 23 %.
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